
21 Abr Pasado de invisibilidad, presente de lucha
En los siguientes párrafos me avocaré a abordar las relaciones laborales históricas con perspectiva de género en clave feminista. Se utilizarán términos binarios como “trabajadoras” y “trabajadores” que, de ninguna forma, deben considerarse excluyentes de las personas no binarias. Destacando la importancia del lenguaje, de ninguna forma quiero invisibilizar a estas últimas, pero sería una total injusticia que desde mi lugar de mujer cis género, escriba desde el lugar de colectivos disidentes sexuales y genéricos. No creo conveniente tomar un lugar que no me corresponde, sin perjuicio de que compartamosobjetivos, luchas y herramientas.
Entendemos género como una representación cultural binaria que se presenta como natural y que adjudica atributos y expectativas, que a lo largo de la historia cimentaron estructuras de poder en la que prevaleció“lo masculino” por sobre “lo femenino”. Entre otras cosas, se nutrió de la supuesta neutralidad de género con las que se explican las relaciones, por ejemplo entre capital y trabajo, que eliminó al género femenino de la historia y de su relato. En la década del ´70, la academia anglosajona le dio una conceptualización a génerodándole el estatus de categoría conceptual para analizar las relaciones de poder y la diferencia sexual de éstas. Las feministas introducen este concepto como una categoría analítica, diferente del sexo biológico, que alude a las normas culturales y expectativas sociales por las que machos y hembras biológicos se transforman en varones y mujeres[1]. Para desnaturalizar y problematizar este orden dado como natural que nos oprimió y excluyó del relato de la historia, es necesario abordarlo desde una perspectiva adecuada que nos permita proyectarlo a cada actividad humana.
Para explicar el fin de este artículo, me valdré de dos conceptos desarrollados por el pensador Antonio Gramsci[2]: hegemonía y contrahegemonía. El primero, alude a la reproducción ideológica que la clase dominante impone para mantener a la clase dominada como tal, es decir lo que la comunidad considera como verdad absoluta. Así, el lenguaje cobra una vital significación toda vez que como la realidad está definida con palabras,quien controla las palabras controla la realidad.Contrariamente, la contrahegemonia supone la conformación de un bloque social alternativo cuyos intereses colisionen y conflictúen al orden imperante. Es preciso ver la perspectiva de género como una herramienta para la igualdad, y como elemento fundamental para la construcción de una contrahegemoníaque nos va a permitir luchar contra la violencia hacia las mujeres y generar consensos a través de los cuales imaginar una sociedad justa. Para alcanzar una verdadera equidad social es necesario atravesar todos los aspectos de las relaciones laborales, empezando por la llamada división sexual del trabajo que en los próximos párrafos abordaré.
La Edad Antigua se inició aproximadamente en el año 4.000 a.C., Aristóteles fue uno de los máximos exponentes de su filosofía con conceptos que posteriormente serán retomadas por el Cristianismo. Este filósofo de la Grecia Antigua, describió 3 relaciones de poder naturalesen las que se basaba el estatus de ciudadano: amo – persona esclavizada / adulto – niñe / hombre – mujer[3]. Suponiendo la superioridad de los primeros por sobre los/as segundos/as.
En la Edad Media, las mujeres se destacaron en tareas artesanales y en el trabajo de la tierra en los feudos. Todo el trabajo contribuía al sustento de la comunidad, imperando la colectividad y trabajo comunitario por sobre las relaciones familiares y el trabajo individual. Desde el Siglo XV y hacia fines del Siglo XVIII comenzó la transición de la sociedad feudal a las sociedades liberales, y con ella resultó incómodo que las mujeres se organicen colectivamente y que realicen sus trabajos en comunidad porque no les permitía tener un control efectivo sobre ellas, por lo tanto, se buscó encerrarlas en comunidades atomizadas: las familias. Esta transición fue objeto de estudio de la autora ítalo norteamericana Silvia Federici, donde a partir de la perspectiva femenina, el cuerpo y la acumulación originaria, explica cómo la mujer fue obligada a dejar la esfera pública (producción) para concentrarse solo en la esfera privada (reproducción). En la primer esfera se desenvolvían exclusivamente los hombres, educados para ser buenos ciudadanos, jefe de familia padre y esposo. La segunda estaba reservada a las mujeres donde desarrollaban su feminidad en lo doméstico por una sencilla razón: el incipiente sistema capitalista requirió para su expansión nueva fuerza de trabajo. La heterogeneidad de lo público y lo privado quepermitía el equilibrio cívico, es sobre la que se edificó la teoría de la división sexual del trabajo.
Es importante destacar que en la modernidad, los filósofos tenían una visión cercana a la de los filósofos de la edad antigua respecto a las mujeres y su rol social. Podemos introducirnos brevemente en el pensamiento de Jean Jacques Rousseau. Este destacado autor aportó su intelectualidad a la Revolución Francesa, la que se emparenta con nuestra historia nacional por la influencia que la tuvo en la Revolución de Mayo. En su obra “El Emilio” le dedica el último capítulo a la educación de “Sofía”, allí se refiere exclusivamente a la educación de las mujeres. Las describe como débiles y pasivas, privadas de pensamiento lógico y de naturaleza racional, por lo que: “La educación de las mujeres siempre debe de ser relativa a los hombres: agrados, sernos de utilidad, hacernos amarlas y estimarlas, educarnos cuando somos jóvenes y cuidarnos cuando somos adultos, aconsejarnos, consolarnos, hacer nuestras vidas fáciles y agradables”[4]
En los comienzos del siglo XIX, y con el devenir de las grandes industrias, las mujeres se volcaron a la esfera de la producción insertándose en sectores específicos como el de la industria textil, la de la vestimenta, la del tabaco y la del calzado. En Inglaterra, por ejemplo, el trabajo femenino sólo se admitía cuando se trataba de mujeres muy pobres, con salarios de hambre (siempre menores que los percibidos por los hombres) yjornadas de agobio (trabajaban alrededor de 18 horas por día, sin días de descanso). Estas desigualdades las llevaron a organizarse colectivamente. Formaron organizaciones sindicales nacionales de mujeres y reclutaban trabajadoras de un amplio espectro de ocupación: la Liga Sindical Británica de Mujeres, creada en 1889 fundó en 1906 la Federación Nacional de Mujeres Trabajadoras, la cual, en vísperas de la 1ra Guerra Mundial, contaba con unas 20.000 afiliadas[5].En Francia, según la encuesta llevada a cabo en 1889-1893, por una jornada de trabajo igual a la del hombre, la obrera no percibía más que la mitad del salario masculino. De acuerdo con la encuesta de 1908, los ingresos más elevados de las obreras a domicilio no sobrepasaban los veinte céntimos por hora y descendían hasta los cinco céntimos. En Norteamérica, en 1918, la mujer sólo percibe la mitad del salario masculino. En Alemania, por la misma cantidad de carbón extraída de las minas, la mujer ganaba, aproximadamente 25 por 100 menos que el hombre[6].
En Argentina, hacia el siglo XX fue necesario incrementar la actividad industrial para satisfacer las necesidades de una población que se había multiplicado por la inmigración. Asimismo, esto sumado al procesamiento del ganado derivado de la demanda internacional generó que las oportunidades laborales en las áreas urbanas se multiplicaran tanto para los hombres como para las mujeres[7]. La organización colectiva fue menester para encauzar los reclamos de condiciones laborales dignas, y la igualación del salario de la mujer con respecto al del hombre por igual tarea. Así, en 1903, las trabajadoras socialistas crearon la Unión Gremial Femenina en Buenos Aires con el fin de nuclear trabajadoras sin importar su filiación política. Sin perjuicio de que la mayoría de la masa obrera era masculina, las mujeres tenían una interesante participación en el mercado laboral. En el censo de 1914[8] las ocupaciones eran de lo más variadas: trabajadoras telefonistas 1.101, trabajadoras parteras 2.140, trabajadoras de comercio 9.240, maestras 21.961, mucamas 28.088, tejedoras 28.088, modistas 45.127, cocineras 49.200, lavanderas 79.059, costureras 142.644.
Desde 1907, con la creación del Departamento del Trabajo, se publicaron boletines oficiales trimestrales que daban cuenta de relevamientos con estadísticas detalladas tendientes a la creación de normativa laboral[9]. En algunos de ellos, encontramos información sobre el trabajo femenino que se emparentaba con el infantil y que el trabajo femenino estaba presente en casi todas las industrias pero pisaba fuerte en las tareas de cuidado. Según los datos recolectados por Alfonsina Storni[10], publicados en el diario La Nación en agosto de 1919, mientras que los hombres se destacaban en tareas como ciencias, comercio, ganadería y agricultura, administración pública, industria y profesiones sanitarias, los únicos dos rubros donde el porcentaje de mujeres era superior, fueron: personal de servicio y educación.La incorporación femenina fue in crescendo en otras áreas de la producción, como por ejemplo en los frigoríficos, donde su participación alcanzó más del 30% o en la industria azucarera de la provincia de Tucumán, donde alcanzó el 20%.
La década de 1930 fue de singular importancia, toda vez que consecuente a la crisis mundial de 1929, Argentina debió fortalecer la industria a fin de sustituir las importaciones. Al iniciode la década referida, la mecanización de la industria gráfica permitió a muchas mujeres encontrar empleo lo que causaba malestar en los trabajadores toda vez que la brecha salarial (que la contraprestación de las mujeres sea menor que la de ellos) los colocaba en una situación de inferioridad al momento de conseguir empleo motivo por el cual, el reclamo fue encausado por el sindicato, pero no por una mejora en el pago a las trabajadoras, sino en una igualación que no deje fuera a los trabajadores.
En 1944 en el gobierno de J. D. Perón, se creó en la Secretaria de Trabajo y Asistencia a la Mujer, dependiente de la Dirección General del Trabajo. Encausaba las necesidades de las mujeres, en respuesta a lo que se consideraba era una necesidad social, asumiendo los derechos de las mujeres trabajadoras por primera vez[11] y constituyendo el primer organismo de este tipo en la historia del país.
En la década de 1990, y consecuente a la crisis provocada por el neoliberalismo, las mujeres irrumpieron en el mercado de trabajo de forma compulsiva como respuesta a la pérdida de trabajo de sus compañeros por las privatizaciones, cierre de industrias, entre otras consecuencias del modelo impuesto. Pero esta irrupción fue con una extrema precariedad, situación que se mantuvo en el nuevo milenio.
Hoy, como en 1919, las mujeres lideranpuestos de cuidado y educación. La segmentación sexista se mantiene intacta. El mecanismo invisible que impide que haya movimientos horizontales de trabajadoras hacia ocupaciones que están asociadas con lo masculino lo conocemos como paredes de cristal: muros invisibles que segmentan su desarrollo educativo y profesional, concentrando a las mujeres en sectores menos dinámicos y peor remunerados de la economía y manteniendo una predominancia masculina. Las brechas en la ocupación, en los salarios y en la distribución del tiempo entre hombres y mujeres justifican la asimetría existente.Es importante analizar en armonía las tres brechas aquí señaladas por que indican que la desigualdad en la distribución del tiempo entre trabajo doméstico y trabajo remunerado, condiciona la obtención de puestos u ocupaciones y/o limita la obtención de salarios. Son las mujeres las que dedican más tiempo al trabajo doméstico – no remunerado – que los hombres, por lo tanto dispone de menos tiempo de esparcimiento, educación, formación o se ven en la necesidad de aceptar trabajos que tendrán la misma proporción de flexibilidad y precariedad. A continuación las detallaré individualmente.
Entendemos como brecha de empleoa la diferencia entre las ocupaciones.Si bien la tasa de actividad femenina creció marcadamente desde la década de 1970, el aumento se estancó a partir de los 2000 y para el año 2018 persistió una brecha de género en la participación laboral: un 58% de las mujeres trabaja o busca trabajo, mientras un 80% de los varones lo hace[12]. Según los datos brindados por el INDEC, que se desprenden del relevamiento del tercer trimestre del año 2021, la brecha de actividad entre hombres y mujeres es del 0,71% en actividad y del 0,69% en empleo.En la misma dirección, destaca que la tasa de desocupación de las mujeres es del 30% superior a sus pares masculinos. En el relevamiento por edades arroja que, las mujeres de 14 a 29 años está ocupada en un 31,6% y los hombres, en un 44%. En de la edad central – de 30 a 64 años – 63 de cada 100 mujeres se encuentra empleada, mientras que en los hombres, la ocupación es de 87 por cada 100.[13]
Además de la brecha en la ocupación, existe unadiferencia entre ingresos de varones y mujeres, la que se denomina brecha en el ingreso. En el primer trimestre del año 2021 de 34,46%, y en el segundo trimestre del mismo año – elevándose 10 puntos porcentuales – 44,11%. Es decir, por cada $100 que perciben en promedio las mujeres, los varones perciben $144,1. En el último trimestre del mismo año, por cada $100 obtenidos por un hombre por la contraprestación de su tarea, una mujer obtuvo $74[14].Es importante destacar -en relación al salario- el lugar que ocupan las mujeres, ya sea en las empresas, en la administración pública o en las instituciones educativas. Por ejemplo, el informe Women In Business[15], destaca que por primera vez, en el año 2021 el 30% de los CEO[16] son mujeres, lo que significa un avance con años anteriores, toda vez que los puestos directivos eran reservados para hombres. Esta barrera que impide la movilidad ascendente, es respaldada por un mecanismo invisible que limita a las trabajadoras a pesar de contar con el expertise y la profesionalización suficiente para acceder a lugares de poder, basada en estereotipos y/o prejuicios, llamado techo de cristal. En nuestro país los hombres ocupan un 75% más de puesto de dirección y jefatura, en relación a sus pares femeninas.[17]En la misma dirección, existe también una inercia que mantiene a las mujeres inmovilizadas en su puesto, atrapadas en la base de la pirámide económica, conocido como piso pegajoso. Estos conceptos – techo de cristal y piso pegajoso – refuerzan la asimetría salarial y se alimentan básicamente de dos motivos: distribución del trabajo doméstico y de cuidado no remunerado.
Por último, debemos considerar la diferencia en la distribución del tiempo entre trabajo remunerado (formal) y no remunerado(domestico).Este último, resulta menester para ordenar la vida laboral, social y educativa de las familias, toda vez que se trata de una tarea indispensable.Según el dossier estadístico del INDEC, el 81,6% de mujeres realiza tareas domésticas, con un total de 6,4 horas diarias, en comparación al 46,5% de los hombres, con un total de 3,4 horas diarias.[18]
Como intente evidenciar, la exclusión sistemática de las mujeres en el relato provocó su invisibilización. La violencia con la que fuimos corridas de la historia de las relaciones laborales, debe motivarnos a alcanzar un reconocimiento pleno desde el cual reescribir el pasado, modificar el presente y visibilizar un futuro auspicioso.Es necesario rever estereotipos para poder modificarlos y que nos permitan tener objetivos claros y posibles con el único fin: construir un nuevo relato que nos incluya a todas.
- Noelia Villagra es Estudiante de Derecho de la UBA
[1]Maffia, Diana, “Epistemología Feminista: La subversión semiótica de las mujeres en la ciencia”.
[2] Antonio Gramsci fue intelectual, militante, sociólogo, filósofo, político y periodista italiano.
[3]Aristóteles, “Política”, Siglo IV a. C.
[4] Rousseau, Jean Jacques, “Emilio o De la educación”, 1762.
[5]Scott, Joan W.,“La mujer trabajadora en el siglo XIX”, 1993.
[6]De Beauvoir, Simone “El segundo sexo”, 1949
[7]Lobato, Mirta Zaida, “La mujer trabajadora en el Siglo XX”.
[8]http://www.estadistica.ec.gba.gov.ar/dpe/Estadistica/censos/C1914-T1.pdf
[9]En el año 2012/2013 fueron digitalizados los boletines trimestrales desde el año 1907 hasta 1921 por la Biblioteca “Dr. Juan Bialet Massé”, y puestos a disposición por el MTEySS. https://www.argentina.gob.ar/trabajo/biblioteca/bdnt-1907-1921
[10]Alfonsina Storni, maestra, comunicadora y poetisa argentina de origen suizo.
[11]Sanz, Susana, “Feminismo y Peronismo”, 2018.
[12] Tasas e indicadores socioeconómicos, CIPPEC 2018.
[13]Dossier Estadístico, marzo del 2022. INDEC.
[14]Dossier Estadístico, marzo del 2022. INDEC.
[15] Realizado por la consultora privada Grant Thornton International.
[16]Siglas en inglés que significan Chief Executive Officer que se utiliza para referenciar el puesto más alto dentro de una empresa
[17]Dossier Estadístico, marzo del 2022. INDEC.
[18] Dossier Estadístico, marzo del 2022. INDEC