PACTO PARA EL FUTURO

PACTO PARA EL FUTURO

Plan de acción para atender los problemas actuales y futuros, y la decisión del gobierno libertario de alejar a Argentina de la comunidad internacional
Agostina López*

El pasado 22 y 23 de septiembre, los líderes mundiales se reunieron en La Cumbre del Futuro que tuvo lugar en las Naciones Unidas, en la ciudad de Nueva York. Allí aprobaron el Pacto para el Futuro: un acuerdo multilateral que propone una serie de estrategias para dar una respuesta integral a los desafíos actuales de la comunidad internacional. La Cumbre aprobó, además, el Pacto Digital Global y una Declaración sobre las Generaciones Futuras que fueron incluidas como anexos.

La comunidad internacional entiende que, si bien el avance de la tecnología y la ciencia nos ofrece un mejor y próspero futuro, lo cierto es que no se está logrando controlar los riesgos que emergen de las nuevas realidades del siglo XXI como los múltiples conflictos y tensiones geopolíticas, el aumento de la desigualdad y la desconfianza, el estancamiento de los avances en los Objetivos de Desarrollo Sostenible y el agravamiento de la emergencia climática.

La Cumbre del Futuro ofreció la oportunidad para que la comunidad global se comprometa con nuevas y audaces soluciones, y establezca y genere mecanismos internacionales que puedan responder a los retos actuales e históricos, trabajando todos juntos para lograr un futuro más justo, igualitario, pacífico y sostenible.

El documento aprobado por 143 países en la Asamblea General de las Naciones Unidas contiene 56 puntos principales donde se establece una visión y un plan de acción para abordar desafíos globales.

¿Cuáles son los puntos principales del acuerdo?

Dentro de la amplia gama de temas que aborda, el Pacto se centra en 5 áreas fundamentales:

  • Desarrollo Sostenible y Financiación del Desarrollo: ¿Cómo lograr un mundo más próspero y equitativo?

Para poder cumplir con los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) y las metas del Acuerdo de París se debería aumentar la financiación para el desarrollo y el clima aplicando la Agenda 2030 en su totalidad, respetando los tiempos establecidos mediante medidas, políticas e inversiones urgentes. Para que ello pueda llevarse a cabo, los Estados tendrían que llevar adelante los compromisos asumidos en la Cumbre sobre los ODS de 2023, incluidos los relativos al agua, los sistemas alimentarios y la transformación de la educación.

La comunidad internacional pide que se aceleren los esfuerzos sobre el clima y el medio ambiente aplicando los resultados de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Clima y acentuando su preocupación por cooperar hacia un aumento de la temperatura global que no supere los 1,5 grados para evitar consecuencias más severas de las que ya se vislumbran hoy.

La Conferencia sobre Financiación para el Desarrollo de 2025 sería una gran oportunidad para lograr un cambio radical en la financiación de los ODS y el cambio climático a los fines de acelerar el progreso en los próximos años.

  • Paz y Seguridad Internacionales: ¿Cómo sería un sistema de seguridad colectiva que prevenga, gestione y resuelva mejor los conflictos?

Los Estados tienen la llave para que la “paz” se mantenga y crezca en aquellos lugares en los que hoy no existe, defendiendo los principios y valores de la Carta de las Naciones Unidas, demostrando que la cooperación internacional puede hacerle frente a los aumentos de la violencia y riesgos de las nuevas tecnologías. Para ello, proponen invertir en los esfuerzos nacionales de prevención de toda la sociedad y abordar los factores subyacentes de la inestabilidad. Además, con un sistema de seguridad colectiva actualizado se podría prevenir, gestionar y resolver conflictos tanto en áreas tradicionales como no tradicionales. Por su parte, las tensiones geopolíticas podrían reducirse en gran número haciendo un mayor uso de la diplomacia preventiva y los mecanismos de mediación que podrían utilizarse como herramientas para disipar y/o contener los conflictos.

Dentro de los principales objetivos del apartado se encuentran: la prevención de los conflictos abordando las causales de fondo que los originaron, la necesidad de procurar la resolución pacífica de los conflictos a través de la diplomacia y la mediación, como se dijo, la  promoción, la consolidación y el mantenimiento de la paz, la lucha contra el terrorismo, el fomento del desarme y la no proliferación, así como también el fomento del uso responsable de las nuevas tecnologías -incluida la inteligencia artificial (IA) en contextos militares y de seguridad- y el fomento del uso pacífico del espacio ultraterrestre.

  • Ciencia, Tecnología e Innovación, y un Pacto Digital Global: ¿Cómo superar la brecha digital y utilizar la tecnología de forma responsable en beneficio de toda la humanidad?

El objetivo es tender puentes entre la ciencia, la tecnología y la innovación (CTI) reforzando los valores humanos universales, protegiendo a las personas y al planeta en su conjunto.

Los países en desarrollo, las mujeres, las niñas, los inmigrantes y los pueblos rurales e indígenas se encuentran en una situación de desventaja en este mundo digital. Como comunidad mundial, se deben realizar mayores esfuerzos que estén orientados a la eliminación de la producción de daños en línea, la promoción de la alfabetización en la red, el aumento del acceso a la tecnología garantizando el uso responsable de los datos con el objetivo de reducir las desigualdades existentes como, por ejemplo, las desigualdades relacionadas con el género a la hora de beneficiar la capacidad digital de cada persona.

Las tecnologías emergentes (en especial la IA) no cuentan actualmente con guías básicas sobre su uso. Por ello, deben crearse nuevos acuerdos nacionales e internacionales que fomenten un futuro digital abierto, libre, seguro e inclusivo con la finalidad de reducir la brecha entre los países desarrollados y en desarrollo, de modo tal que se pueda maximizar el potencial de las CTI garantizando que beneficie a una mayor cantidad de personas y Estados.

  • Juventud y Generaciones Futuras: ¿Cómo proteger un futuro mejor para los jóvenes de hoy, salvaguardando al mismo tiempo el bienestar de las generaciones del mañana?

Es importante que las decisiones que se tomen hoy no sólo beneficien a los jóvenes sino también a las generaciones futuras, por ese motivo es esencial que se logre un mayor compromiso en la elaboración de políticas públicas y en la toma de decisiones. El mundo necesita que la participación de los jóvenes sea significativa, por ello, se piensa en el establecimiento de una norma a nivel global que pueda sortear la cuestión tanto a nivel nacional como internacional. Los Estados junto a sus instituciones públicas y multilaterales deben incorporar, comprender y responder mejor a sus preocupaciones. En la actualidad, se comprende que existe un impacto intergeneracional de la toma de decisiones, por lo que satisfacer las necesidades de los que viven hoy está relacionado con asegurar un futuro mejor para todos. Si no se cambia el curso de acción en este aspecto, se prevé que en un futuro cercano habrá una injusta distribución de los recursos y de las oportunidades, cuyas consecuencias impactarán en las siguientes generaciones.

Dentro de los compromisos a asumir respecto a este tema se encuentran: la disposición de un entorno propicio para la plena realización de los derechos y capacidades de los jóvenes, en particular, mediante la inversión en una educación de calidad y el aprendizaje a lo largo de toda la vida, la toma de medidas con el fin de evitar conscientemente daños previsibles a las generaciones futuras y salvaguardar sus intereses.

  • Una gobernanza mundial más equitativa, inclusiva y eficaz: ¿Cómo puede hacerse más eficaz la cooperación entre países y personas en torno a los retos mundiales más urgentes?

Los países deben unirse y construir un nuevo multilateralismo, ya que el actual sistema no resulta eficaz, fiable o integrador para afrontar los retos de hoy o de mañana. Nos encontramos con una falta de mecanismos que brinden respuestas coherentes ante muchos problemas de acción global.

Es por ello que resulta imperioso crear un consenso internacional para reformar el Consejo de Seguridad, de modo tal que sea más representativo, a la vez que permita revitalizar la Comisión de la Condición Jurídica y Social de la Mujer, reforzar los derechos humanos y mejorar la participación de las múltiples partes interesadas.

Además, la comunidad internacional considera necesaria la creación de una institución financiera que funcione para todos los Estados junto a una Plataforma de Emergencia que permita una respuesta coordinada y multidimensional a eventos globales como el COVID-19.

¿Cuál es la posición de Argentina frente al Pacto?

La canciller Diana Mondino anunció en la Asamblea de la Organización de las Naciones Unidas que la República Argentina se disociaría del Pacto del Futuro. Tal como ha compartido a través de sus redes sociales, la canciller sostiene que de esta forma se mantiene la “soberanía” y la “libertad” del país.

En el gobierno de LLA consideran a la Agenda 2030 para el desarrollo sostenible, por un lado, y a la agenda contra el cambio climático, por el otro, como proyectos de la “izquierda internacional” cuyo fin es diseñar políticas de intervención del Estado en la economía de los países. En relación al cambio climático, el gobierno de La Libertad Avanza, sostiene que “es un invento del marxismo cultural”, pese a las reiteradas advertencias brindadas por científicos sobre el calentamiento global. Por su parte, Milei en persona, en su presentación en el Foro Económico Mundial ya se había posicionado al respecto tildándolo como «otra mentira del socialismo«.

Como si fuera poco, el mandatario en su discurso en la Organización de Naciones Unidas también criticó el esquema económico mundial (lo que incluiría al Banco Mundial, al FMI o a la OMC) diciendo que se promueven «políticas colectivistas» que atentan contra el crecimiento económico, el derecho de propiedad y entorpece el proceso económico natural.

El líder libertario sostiene que la Agenda 2030 que se intenta impulsar, pretende imponer una agenda ideológica a los Estados donde se establece no sólo qué pensar, qué hacer y cómo hacerlo, sino también en cómo tienen que vivir los ciudadanos del mundo. Para Argentina, según él, no es otra cosa que un programa de gobierno supranacional de corte socialista que violenta el derecho a la vida, la libertad y la propiedad de la personas, y que la única manera de garantizar la prosperidad es limitando la autoridad del monarca.

Por último, resaltó que la Organización de las Naciones Unidas, si bien nació para defender los derechos del hombre, es impotente a la hora de brindar soluciones a los verdaderos conflicto globales y es una de las principales propulsoras de la violación sistemática de la libertad, mencionando como ejemplo las cuarentenas de la pandemia del 2020 que, según él, deberían ser consideradas como un delito de lesa humanidad.

El discurso a la luz del derecho internacional

El discurso del Presidente Milei, más allá de su estridencia, no tiene en cuenta cuestiones elementales del derecho internacional. En primer lugar, su crítica a la Agenda 2030, como agenda que “se impone”, no tiene en cuenta que la misma fue aprobada mediante la Resolución de la Asamblea General 70/1 del 21 de octubre de 2015. Esto implica, en los términos de la propia Carta de Naciones Unidas, que al ser una resolución emanada de la Asamblea General en términos jurídicos constituye un documento no legalmente vinculante. Más allá del peso político de haber sido aprobada por 193 Estados miembros, un Estado miembro no puede ser obligado a cumplir con la Agenda 2030 ni por Naciones Unidas, ni por un tercer Estado, ni un particular. Lo mismo ocurre en el caso del Pacto para el Futuro. La supuesta “imposición” llegaría de la mano de documentos no exigibles en términos legales, lo que marca lo errado de ese enfoque.

No menor gravedad implica el hecho de llamar a Naciones Unidas como un gobierno supranacional. El sistema creado luego de la finalización de la Segunda Guerra Mundial, tomó como premisa la imposibilidad de establecer una suerte de “gobierno mundial”. Fuertemente influenciado por los ganadores de la contienda contra el fascismo, Naciones Unidas adoptó un principio democrático e igualitario para su Asamblea General, teniendo todos los Estados miembros de la organización un asiento en pie de igualdad de voz y voto con -como ya se ha dicho- resoluciones no vinculantes para garantizar uno de los principios basales del sistema: la igualdad soberana de los Estados. Distinto es el caso del Consejo de Seguridad, donde existen dos tipos de categorías de miembros, otorgándole a los ganadores de la Segunda Guerra el status de miembros permanentes (permanencia en la banca, además de derecho a veto). Dicho órgano, es el único con facultades para emitir una resolución vinculante para todos los Estados miembros, pero siempre que se trate de una situación que amenace la paz y la seguridad internacionales y el Consejo actúe conforme al capítulo VII de la Carta. Cualquier curso de derecho internacional comienza comentando que no existe un gobierno mundial y que incluso Naciones Unidas no tiene la capacidad –salvo la excepción señalada- de obligar a sus miembros a actuar en una u otra dirección. La idea de pensar a Naciones Unidas como un “gobierno supranacional” además de peligrosa, es equivocada.

Lo mismo aplica para la lucha contra el cambio climático. El Acuerdo de París de 2015 es en la actualidad la principal herramienta del Conferencia de las Partes de la Convención Marco de Naciones Unidas sobre el Cambio Climático. Dicho Acuerdo, adopta un enfoque denominado “bottom up” (de abajo hacia arriba), en la que los Estados determinan nacionalmente (a través de sus –NDC- cuáles son sus compromisos para reducir emisiones de cara a los objetivos generales de mantener al calentamiento global por debajo de los 2° C respecto a los niveles pre-industriales. Este enfoque es diametralmente opuesto al de instrumentos predecesores como el Protocolo de Kyoto, que tenían un enfoque “de arriba hacia abajo”, en el que las normas y objetivos de los Estados eran fijados internacionalmente. De hecho, el sistema de NDC surgió en parte para contrarrestar discursos como el que sostiene Milei y que era común en países desarrollados hace una década.

Los gobiernos pasan y el hambre queda

La situación actual argentina es crítica a nivel nacional debido a los problemas económicos que se vienen arrastrando desde hace años, sin embargo, las políticas aplicadas hasta el momento por el gobierno libertario están profundizando la crisis. La inflación, la deuda externa y las decisiones políticas que impactan fuertemente en los sectores más bajos de la sociedad dan como resultado que cada vez la Argentina se encuentre más lejos de la estabilidad. A su vez, se agudizan los problemas sociales típicos de un estado de crisis constante. La pobreza en aumento, los reclamos salariales de distintos sectores de la economía, la brecha entre los sueldos y el costo de vida, la falta de medicamentos para los jubilados, entre otras situaciones, colisionan con la falta de respuesta y ausencia del Estado.

El presidente es un fiel creyente que cuanto menos intervenga el Estado, mejor van a salir las cosas; no obstante, desde hace días una de las provincias más importantes del país se encuentra bajo fuego sin poder frenarlo. Ni el Estado argentino ni los privados se encuentran preocupados por brindar una solución.

En cuanto a la política exterior, expertos reconocieron que la decisión tomada contradice el posicionamiento tradicional de Argentina en materia internacional debido a que se está rechazando la cooperación internacional como mecanismo de resolución de conflictos; el multilateralismo; las políticas de género; las políticas de no intervención; la defensa de la ecología; entre otros. Justamente, una gran muestra de ello es que la Argentina se negó a participar en la votación del Pacto para el Futuro y su rechazo lo alineó con Venezuela, Irán, Corea del Norte, Haití, Guinea Ecuatorial, Somalia o Uzbekistán, a diferencia de los Estados Unidos e Israel que sí lo aprobaron. Esto último, llama la atención porque son países a los que Milei considera como “faros políticos”. Este tipo de decisiones logran la ruptura de los puentes del Estado argentino con otros países de la comunidad internacional que ya se encuentran debilitados debido a que, desde que asumió el líder ultraderechista, la diplomacia argentina ha sufrido diferencias con los dirigentes de Brasil, España, China, México, Colombia y Chile.

Las fuertes declaraciones de Milei como representante de la Argentina en la Asamblea de las Naciones Unidas y la decisión de no adherir al Pacto para el Futuro posicionan al Estado argentino en un lugar incómodo y de desventaja a la hora de establecer relaciones con el resto de los países y de participar en debates acerca de cuestiones globales actuales. Esto no es un dato menor cuando, particularmente, el país arrastra una exorbitante deuda con un organismo internacional y tiene graves problemas de acceso a créditos en el extranjero.

Sumado a lo anterior, las críticas realizadas a la comunidad internacional y el desprecio a las instituciones que abogan por un futuro mejor para las personas y el planeta hacen que la Argentina pierda el prestigio que ha logrado construir en la comunidad global durante tantos años vinculados a los derechos humanos, el medio ambiente y lucha contra la pobreza.

Es lamentable cómo la cúpula política decide posicionar a la República Argentina en el ámbito internacional ya que si algo ha caracterizado siempre al Estado nacional fue su acción proactiva en la atención de causas sociales y ambientales. Las cuestiones ideológicas de los gobiernos de turno no tendrían que prevalecer frente a las necesidades y conveniencias económicas de la nación porque, como decía el humorista venezolano Jorge Tuero, «los gobiernos pasan y el hambre queda«.

El futuro ya está entre nosotros. Darle la espalda no sería la decisión más acertada para combatir los inminentes problemas que las nuevas realidades traen aparejadas. La situación actual del país no acompaña la decisión política tomada por el gobierno liberal: el aislamiento ideológico y político que proponen para Argentina de la mayoría del resto de los países y la gran deuda externa no son elementos que propicien un futuro muy optimista.  Las sociedades se van transformando y adaptando a las circunstancias correspondientes, negarse a dicho cambio puede hacer que Argentina quede relegada de las discusiones que la comunidad internacional formule acerca del rumbo económico y social que ésta y futuras generaciones necesitan. Sería conveniente que las relaciones internacionales que tiene el país se basen en las necesidades que tiene el pueblo argentino y no en la necesidad personal del presidente de querer satisfacer su deseo de liderazgo liberal.

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(*) Abogada UBA.

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